Hoy ha sido un día muy especial, he disfrutado de una de las fiestas populares más antiguas de Galicia, A Rapa das Bestas. Esta fiesta se celebra durante el primer fin de semana de julio y durante tres días (viernes, sábado y domingo) en la pequeña aldea de Sabucedo, en el concello de A Estrada.
Tengo que agradecer esta experiencia a la invitación especial que me hizo Manuel, mi guía durante este día y oriundo de esta pequeña aldea, aunque residente en Pontevedra. Su padre le inculcó el amor tanto por Sabucedo como por su fiesta. Todos los años Manuel y sus hermanos, involucrados de lleno en la organización y promoción de La Rapa, invitan a su vieja casa familiar a amigos y conocidos, para que disfruten de las jornadas caballares de Sabucedo.
Como sólo fui a la segunda jornada, me perdí la tempranera misa de la alborada del viernes en la que los vecinos de Sabucedo piden a San Lorenzo protección para que ni animales ni humanos salgan malheridos en estos días. Después de las bendiciones los sabucenses, acompañados de gentes llegadas de otros lugares, suben a los montes de Montouto y se dedican a reunir las yeguadas del santo.
Aunque también me perdí la tercera jornada de La Rapa, la del domingo; pude disfrutar de toda la del sábado.
Llegué a Sabucedo a las 10 de la mañana y aparqué en una de las fincas que los vecinos habilitan como zonas de aparcamiento para los vehículos de los visitantes. Durante las jornadas de la fiesta, para no entorpecer el paso de los animales, no se puede ni circular ni aparcar dentro de la aldea y sólo pueden acceder a ella los que tienen un pase especial. Cuando me encontré con mi anfitrión Manuel, con su mujer y su hijo, me informaron que caminaríamos hasta O Peón, el lugar en el monte donde los vecinos habían agrupado los caballos el día anterior. Desde allí haríamos la bajada, acompañaríamos a la yeguada del santo hasta Sabucedo.